Traigo aquí la traducción de un texto cuya fuente original se ha perdido en mis enlaces de pocket pero que no he podido resistir la tentación de compartir, ligeramente modificado. Si aguien sabe la fuente original con mucho gusto la incluiré al final de enlace de referencia. Trata de la superación del rechazo de una pareja debido a la enfermedad y de cómo, a veces, las personas con dolor o dolencias crónicas nos coartamos a nosotras mismas a la hora de relacionarnos afectiva y sexualmente.
La realidad es que puede que algunas parejas actuales o potenciales te rechacen debido al estado emocional en el que te coloca el tratamiento o a no comprender síntomas tan variados. Claro está que casi todas las personas resultamos rechazadas alguna vez, incluso sin enfermedades de por medio. Las personas se rechazan entre sí en función de su aspecto, creencia, personalidad o sus propios problemas.
La triste realidad es que algunas personas sin pareja enfermas se autolimitan al no intentar salir, ni siquiera, con otras personas. En lugar de concentrarse en sus cualidades, se convencen a sí mismas de que no existe pareja que pueda aceptarlas o ser feliz junto a ellas, incluso con sus limitaciones.
Aunque así puedes evitar el rechazo y la desilusión, también puedes estar perdiendo la oportunidad de entablar una relación feliz y saludable y poder afrontar las dificultades en compañía.
Prepárese para la posibilidad del rechazo: imagine la peor reacción posible de una nueva pareja potencial y cómo reaccionaría usted en ese caso, pero no deje que el miedo a la reacción le impida aventurarse a la posibilidad de una relación que podría ser fructífera.
Haga una lista de sus cualidades buenas como pareja de alguien más. ¿Qué es lo que le agrada de su aspecto? ¿Cuáles son sus atributos? ¿Qué talentos o habilidades especiales tiene? ¿Qué es lo que puede ofrecer a una pareja en una relación? ¿Qué es lo que hace de usted una buena pareja sexual? En cualquier momento en que te percates de que estás usando la enfermedad como una excusa para no salir a seducir, es donde empieza el victimismo.